03 septiembre, 2008

Los asesinatos en serie de Portopia



O como diría cualquier señorito biencomido japonés, Portopia renzoku satsujin jiken, que así es como reza su título original (y así se quedó, porque el juego no se movió de Japón). Salió para el NEC PC 6001 (el primer ordenador personal que desarrolló... sí, NEC) en 1983, y sólo fue convertido a NES, versión que estuve probando hace poco. ¿Que por qué me ha dado por este juego tan raruto? No tengo muchos argumentos, únicamente dos, pero para mí tienen el peso suficiente como para querer presentárselo a quien no lo conozca.

1) Se trata de una de las primera aventuras conversacionales (o detectivescas, o incluso gráficas si se me permite la farrucada) que llegó al mercado de las consolas domésticas, razón por la cual causó una enorme impresión en la época. La edición corrió a cargo de Enix, el desarrollo de Chunsoft (una de las grandes de los 80) y del guión se encargó un tal Yuji Horii, que sólo un par de años y unos meses más tarde se convertiría en el creador de una saga de RPGs minimalista y de tercera de los que creo que nadie ha oído nunca hablar, los Dragon Quest.

2) Mi segundo motivo es más personal. En una entrevista que concedió Hideo Kojima en 2004, aseguraba que se interesó por el mundo de los videojuegos en gran medida gracias a esta aventura, por lo que no pude evitar curiosear su declarada musa. Kojima fue un director y novelista frustrado que al descubrir (gracias a Portopia) que el lenguaje del cine y la literatura se puede trasvasar sin problemas al mundo interactivo, no se lo pensó y se echó a la piscina. El resto es historia, o mejor dicho, película. Si Portopia no hubiera existido, y suponiendo que Kojima hubiera entrado igualmente en la industria videojueguil, las cutscenes de Metal Gear 4 hubieran durado 2 horas en lugar de 15. No le echemos las culpas a Kojima, sino a Portopia, que fue para el director como la llave de las puertas a la tierra prometida.

En cuanto al juego en sí mismo... Pues es un poco cansino, todo sea dicho. Durante todo el caso me acompaña un subalterno para "ayudarme" en la investigación, pero lo cierto es que sólo hace que poner pegas a todas las órdenes que le doy. No para de decirme que en la zona no hay nadie a quien preguntar, que no se pueden recoger pruebas, que no encuentra a ningún sospechoso... A holgazán e incompetente no le gana ni el dentista de Ronaldinho. Por supuesto, ni eso consigue que deje de sentir la comezón que me insta a descubrir la verdad de los crímenes, pero si me ha de acompañar el tipo de la foto durante toda la historia, para cuando descubramos al asesino habrá pasado tanto tiempo que seguro que Naruto y One Piece han dejado ya de emitirse en Japón.

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