29 marzo, 2009

Recreativos Mikado, Shinjuku


En un algún lugar de Kabukichô, el tiempo parece negarse a querer avanzar. Cercanos a la estación de la Seibu Shinjuku se encuentran los recreativos Mikado, unos salones que conservan aún el espíritu ochentero que les reporta toda la gloria de la que se han hecho merecedores. Sabrás que estás llegando a ellos al escuchar el zumbido de sus carteles de neón, el cual se propaga calles adentro del distrito de la perdición más famoso de Tokio.




Mikado está dividido en cuatro plantas y su interior aloja, pricipalmente, matamarcianos de épocas pretéritas. Todas en un excelente estado de conservación, por cierto. Destaca también el rincón de venta de camisetas exclusivas de juegos retro y guías de estrategia, para que aprendas los patrones de disparo de las máquinas más representativas que puedes jugar en sus salas. Clásicos como Battle Garegga, Star Soldier, Darius (con sus enormes pantallones) y otras más "actuales", como Karous, están a disposición del público visitante.

La última planta está reservada a los juegos de lucha, con la mayoría de sus arcades consagrados a la saga Street Fighter y sus diferentes entregas en 2D puras. Hoy domingo se estaba celebrando un torneo y un empleado locutaba los combates más importantes: momento Corea del Sur & Starcraft en todo su esplendor.




La única pega de estos recreativos es el precio, ya que ninguno de los arcades baja de los 100 yenes. Por lo general, los juegos clásicos están rebajados a 50 en el resto de salones, que tienen una sección especial para nostálgicos. El hecho de que Mikado sea un salón cuasi dedicado no lo excusa de no realizar una bajada de precio que sí es efectiva en los Shibuya Kaikan Mónaco, el otro gran templo del arcade ochentero.




Es un alivio comprobar que estos salones aún gozan de una relativa buena salud gracias a los incondicionales nipones y, por otra parte, al boca a boca que se realiza entre extranjeros. Todo un pedacito de la historia del arcade nacional está aún a nuestra disposición en el corazón de Shinjuku; pocos salones recreativos tienen tanta solera como Mikado, que devuelve al visitante a los días más felices de la industria.

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21 marzo, 2009

NeGcon + Ridge Racer


Que si han envejecido mal, que si con la de juegos buenos de carreras que hay en PS2 ya nadie quiere jugar a eso... ¡Y un pimiento, por no decir algo más fuerte! ¡Esto es Ridge Racer, puñetas! ¡Riiiiiidge Raaaaaceeeeeeeer!



Una saga de conducción de Namco cuyas entregas de PlayStation siguen siendo igual de divertidas y adictivas que en sus años mozos, y que hacen que el propio Hirai se flipe viendo versiones recicladas para la portátil de Sony. Yo las estoy redescubriendo gracias al NeGcon, el bizarro mando que también puso a la venta Namco para disfrutar de la conducción de una manera diferente.

Básicamente, el pad está hecho para todos aquellos a quienes no les cabe en casa un armatoste compuesto de volante y pedales y quieren vivir las carreras intensamente (a un precio más reducido también, todo sea dicho). El NeGcon se maneja girando el eje central del mando arriba o abajo, acción que desplaza nuestro coche hacia los lados. Es por este singular sistema de control que parece que el pad esté partido por la mitad. Por otra parte, los botones son análogicos y la respuesta al tacto es incluso mejor que la del Dual Shock 2, tiene narices la cosa...

Utilizar el mando en juegos de carreras como Ridge Racer fue algo que pensé que terminaría siendo ocasional, pero desde que lo probé me cuesta horrores volver a usar el mando de toda la vida, ya sea por reaccionismo fanático (el pobre NeGcon fue un rotundo fracaso) o porque realmente las carreras se vuelven más intensas con él. Puede que el control del coche no sea tan preciso como con un volante, pero tampoco se pueden medir ambos add-ons por el mismo rasero. La experiencia varía completamente dependiendo del periférico que se utiliza.

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13 marzo, 2009

El secreto mejor guardado de Japón



Cuenta la leyenda que cierto día un joven coleccionista retro fue a visitar a un amigo que vivía con su familia en un pueblo campestre de la provincia de Chiba, retirado del mundanal ruido y del vicio desmesurado de la capital.

El muchacho aldeano conocía las inquietudes frikis de su amigo, venido desde Tokio, y le llevó de visita a un viejo almacén reconvertido en santuario del videojuego rancio, las sagradas catacumbas de pasadas generaciones donde se escondían tesoros ignotos.





El coleccionista no daba crédito a lo que tenía delante de sus ojos. Hileras e hileras de videojuegos y sistemas arcanos se agolpaban, cual embutidos, en polvorientos estantes que la mano del extranjero malicioso no había desordenado aún. Esta cueva de las maravillas, territorio semivirgen, no es más que uno de los varios almacenes de videojuegos perdidos en lo profundo de los pueblos que hay desperdigados de camino a Narita, le dijo su fiel amigo. Investigaciones posteriores le llevaron a la conclusión de que cada una de estas antiguas naves industriales alberga lo que varias tiendas de Akihabara, y obviamente condensa material más raro, digno de un Superpotato antes de abrir al público por vez primera y ser saqueado por los despiadados vendedores de Ebay y tiendas online que no nombraré.




Cuentan que aquel joven coleccionista sufrió un brote inesperado del síndrome de Stendhal, el cual segó su vida mientras admiraba montañas de cartuchos de Game Boy Color. Abrumado por tanta belleza, su espíritu todavía vaga a día de hoy por los mugrientos pasillos del almacén, donde hace de guardián de videojuegos codiciados, subiendo mágicamente sus precios, y se dedica a leer eternamente los lomos de los estuches de PC Engine y Sega Saturn, buscando juegos que todavía no conoce.

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11 marzo, 2009

Elevator Action, el reencuentro



Lo tenía totalmente olvidado. Injustamente olvidado. Con la de buenos ratos que me hizo pasar, tanto en NES como en Game Boy, y lo había borrado miserablemente de mi mente. Pero entonces, un buen día, en un apartado rincón de la feria de arcades de Tokio, todos aquellos magníficos recuerdos volvieron a mí de repente al ver esto:




No, no me refiero a la moza. Ni al orejón ése que se ve en primer plano. Ahí estaba, delante de mí, Elevator Action, esta vez reconvertido a máquina de tiros. Con una pantalla que a veces quedaba escondida bajo las puertas reales de un ascensor, las cuales se cerraban cuando querías cambiar de piso huyendo de los enemigos. Con una cámara de vídeo superior por la que veíamos el interior del ascensor cuando estábamos en él. Con toda la magia y el resplandor de antaño, pero esta vez vivido de una manera diferente. La experiencia fue intensa.



Y la demostración disponible, dolorosamente corta. Elevator Action: Death Parade debutará próximamente en los recreativos nipones. En los Taito Station, presumiblemente. Y allí estaré yo para volver a jugarlo. Nada de segundas traiciones.

Qué ganas de retomar el original, por cierto...

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02 marzo, 2009

Las tres consolas más caras de la historia

Nota: los precios que abajo se indican están en yenes. Se aconseja tener una botella de oxígeno cerca para cuando se proceda a convertirlos a moneda local.

1. TeraDrive (Sega, 1991). 250.000 yenes

El modelo 3 del híbrido de consola y PC que sacó a la venta IBM en colaboración con Sega es la pijada más cara que se ha puesto a la venta en suelo nipón. Hay más posibilidades de que veas en tu cuarto a Elsa Pataky desnuda que a este otro bellezón.



2. Hi Saturn Navi (Hitachi & Sega, 1996). 150.000 yenes.

Nissan le propuso a Sega equipar una gama de sus coches con una versión reducida y remodelada de su Sega Saturn que además permitiera navegación por GPS. Tiene otras funciones destinadas a matar el tiempo durante los viajes (como karaoke). Se dice que solo hay 2.000 unidades en todo el mundo, es decir, la primera tirada (se detuvo su producción antes de la cuenta). En Ebay algún americano insensato pone a la venta una cada año y su precio oscila entre los 800 y los 2000 euros. Llevo toda la noche llorando ya que sé que nunca será mía.





3. PC - HD863G (NEC, 1988). 138.000 yenes.

El súmmum del fetischismo, ya que este monitor con PC Engine integrado sólo reproduce Hu Cards, dejando fuera todo el excelente catálogo de CD's de la consola. Se supone que hay menos en el mundo que monos violetas. Un chino de Hong Kong tiene esta joyita en su poder, y desde su cuenta de Ebay se ríe de la humanidad desafiando a todo aquél que diga que es capaz de encontrar otra a la venta en la red.



A veces, ser aficionado a las consolas resulta muy, muy duro. Pero ser coleccionista es ya la perdición, sobre todo con peritas en dulce como éstas que te hacen perder los estribos... Y si ya eran caras en su día, imaginad lo que pasa cuando se convierten en fruto de la especulación.

Quién fuera rico para poder tirar el dinero de esta manera.

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