10 octubre, 2010

Elevator Action nunca se fue


No puedo esconder mi devoción por Elevator Action, un juego clásico al que solo Dios sabe cuántas horas le dediqué en su día en mi cascada Game Boy. Su simple concepto, que alternaba disparos y huída, me tenía fascinado. La angustiosa espera de los ascensores, las puertas por las que no paraban de salir enemigos y los tiroteos a ambos lados del edificio del que había que escapar proporcionaban emociones dignas de no ser olvidadas.

Por si acaso, Taito decidió refrescarnos la memoria con una secuela, Elevator Action Returns, que debutaba gloriosa en 1994 en los arcades japoneses, y que tres años más tarde llegaría a una no menos gloriosa Sega Saturn. La consola de Sega era la niña mimada de las conversiones de shooters de recreativa, y su catálogo iba a nutrirse de otro título imprescindible, material recurrente para las partidas cooperativas de mis tardes de asueto.



Siguiendo los pasos de su antecesor, Returns nos pone en la piel de un espía que lucha contra un grupo terrorista que esconde información valiosa tras varias puertas repartidas por cada uno de los escenarios que componen la aventura (seis en esta ocasión). Es indispensable entrar en todas las puertas señaladas para completar la fase, pero al menos no se nos obligará retroceder en el mapeado.

La secuela de Elevator Action propone un desarrollo cargadito de acción y algo diferente, ya que hay fases que deben recorrerse horizontalmente en su mayoría. Son muchos más frecuentes los tiroteos indiscriminados y las explosiones que en el juego original, cuyo componente de infiltración era más marcado.

Esto se debe, en parte, a un enfoque arcade y multijugador. Returns invita a ser jugado a dobles por defecto, y si bien su dificultad no es muy alta en este modo, es en el juego cooperativo en el que realmente se goza al cuadrado. Hay momentos de la partida que se disfrutan mucho más cubriendo ambos lados del escenario con distintos personajes (a costa de simplificar sobremanera el reto que nos presenta el título de Ving, como se ha apuntado).



Adictivo como pocos, la inclusión de cinemáticas (destrucciones del edificio o complejo al final de fase, en su mayoría), armamento considerable y objetos repartidos por los escenarios que invitan a la estrategia hacen de Returns un caramelo muy dulce y otro de mis favoritos de SS. Lo único que echo en falta son los apagones del primer juego, esos que se conseguían al destrozar a balazos las lámparas del techo de los pasillos...

Returns puede importarse sin problemas, ya que anula la barrera idiomática que suele hacer inaccesible un gran número de títulos nipones. Mi recomendación, sin embargo, es buscarlo dentro del recopilatorio Taito Legends 2 (segunda parte de la versión internacional de los Taito Memories), colección excelente donde las haya e imprescindible para los que no somos del todo puretas (incluye versiones de Gekirindan y Arabian Magic, ahí es nada)...

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