16 agosto, 2008

El árbitro de Super Soccer


Rejugando a Super Soccer (SNES, 1992), han sido varios los detalles que han llamado poderosamente mi atención y que en su día me pasaron totalmente desapercibidos, la mayoría de ellos relacionados con la figura de su personaje estrella, el árbitro.

La primera y quizás más importante característica definitoria de este señor es su habilidad para pasar desapercibido. Vamos, como que no se le ve por el campo en todo el partido. Sólo aparece en el caso extremo de que decida pitar una falta: oyes un pitido y ves un tipo orondo aparecer desde la banda con un regalito (las faltas irán acompañadas de tarjeta con casi un 99,9% de probabilidades). El asunto se vuelve más surrealista si cabe dado el criterio que sigue para señalarlas, totalmente aleatorio (¿o debería decir "arbitrario"?). Durante todo el partido puedes dedicarte a cazar rivales como si en lugar de fútbol estuvieras jugando a hockey sobre hielo; quienes reciban tus codazos perderán instantáneamente la pelota después de soltar un grito de dolor que realmente te hace sentir como un ser despiadado (el "arg" es uno de los pocos FX del juego, junto con el festejo de "gol", única intervención que realiza el comentarista fantasma). Puedes masacrar rivales con total impunidad, pero tarde o temprano llegará un momento en que el arbitro salga al campo para hacer recordar a los jugadores que, por extraño que parezca, aún sigue ahí.

Este personaje es, a todas luces, la antítesis total de los colegiados de los Pro Evolution Soccer de la época actual, que sólo por soplarle a un rival en el cogote pitan falta: su apatía debería servirle para granjearse una fama propia de icono del mundo de los videojuegos. Gustosamente lo invitaría a un bocadillo por toda la leña que me dejó repartir, obviamente, en pos del espectáculo.

Además de vago y cachondo, baste un ligero vistazo a la imagen superior para comprobar que su estado de forma nunca fue muy recomendable para estas lides. Además de tener unas proporciones algo mastodóndicas si lo comparamos con los jugadores (a lo mejor es primo segundo de Dueñas), tiene una napia del tamaño de su mano y una panza que realmente puede llegar a justificar que sus apariciones escaseen, ya que con semejante poza lo suyo es moverse menos que un montañero perdido delante de un oso. Al menos los programadores tuvieron el detalle de añadirle ojos, quedando como el único sprite con rasgos en la cara. Algo completamente inútil, porque veía menos faltas que yo bombitas jugando al buscaminas.

Desde aquí, me quito el sombrero y manifiesto todo mi reconocimiento y admiración al tío con la huevera más grande de los 16 bits.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese arbitro era el mal. Aparecía en el momento más inesperado después de permitir matanzas en el campo.

Siempre me resultó curioso que el equipo Nintendo fuera tan hijoputa y robará el trofeo que tan merecidamente habías ganado a base de masacrar al rival. Quién la vió y quién la ve.

¿Por qué estaba la todopoderosa selección futbolística de Bélgica y no la de España? Digo yo que entre las 16 mejores selecciones sí que estaríamos, ¿no?, jamás lo entendí u-u

Chibimogu dijo...

Qué razón tienes. Bueno, veníamos de salir escaldados de Italia 90, pero no lo veo motivo suficiente como para que belgas y rumanos estuvieran y nosotros no. Este juego forzó a toda una generación a ser chaquetera, lo cual está mu, mu mal.

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