Yasashisa kara kandô he. De la bondad a la emoción. Con estas palabras presentaba Nihon Falcom su Ys II a los usuarios nipones en 1988, ofreciéndoles escasos meses después del capítulo inicial de Ancient Ys Vanished la culminación del viaje de Adol, relato final de su cruzada personal por devolver la paz al continente olvidado.
No puedo estar más de acuerdo con el slogan de Falcom. Incluso me atrevería a llevarlo un paso más allá dadas las sensaciones que me invaden tras concluir el juego. Ys II me ha llevado, por muy cursi que pueda sonar, del cariño a la devoción. La historia que se atisbaba en el primer Ys se despliega suavemente, de nuevo, en unas breves horas que se tornan infinitas en la memoria del jugador.
Todo el misterio que envolvía el primer viaje del héroe pelirrojo antes de llegar a la tierra de Ys se desvanece lentamente a través de los pocos, pero cuidadísimos, eventos que conducen a la conclusión. Una conclusión que, de un plumazo, te explica indirectamente hasta el más mínimo detalle del primer juego y ata a su vez todos los cabos que pudiesen haber quedado sueltos.
Ys I, como vimos, era breve e intenso, y su continuación directa hereda ese espíritu con el que se le proporciona todo lo necesario al jugador sin marearle con artificios. Sin pretensiones. Simplemente incentivando con lo poco que se nos veló en la primera entrega: un objetivo claro, que no es otro que la destrucción de la perla negra, origen tanto de la prosperidad como de las plagas que asolaban Ys antes de desatarse la crisis final, la cual repercute en el advenimiento de las diosas creadoras del mundo con objeto de guiar a Adol en su empresa.
Ys II incorpora en el plano jugable, como única novedad, un sistema de magias simple y efectivo. Consta tan sólo de seis conjuros, los cuales desempeñan individualmente un papel decisivo en diversas partes del juego, y cuya aplicación en los eventos de la historia es simplemente soberbia (no estamos hablando, por consiguiente, de magia de ataque que se ha de utilizar únicamente en combates; el sistema de magias de Ys tiene otras aplicaciones y, por ende, carisma).
El inventario del primer juego se amplía con espacio libre para objetos que resultan indispensables para avanzar en la aventura. Un hueco vacío tanto en el menú de equipo como en el de objetos implica una necesidad de llenarlo sea como sea si queremos continuar con garantías. Los puzles derivados del empleo de estos objetos conforman una parte clave del juego. Hay que probar a usarlos en distintas situaciones, algunas de ellas realmente bien pensadas. Como es natural, tuve que tirar de guía en varios momentos (con todo el dolor de mi corazón), solo para quitarme el sombrero cuando vi la solución a esos momentos en los que te crees atascado. Ys me ha devuelto a los días en los que pensar en cómo salir de los atolladeros que nos planteaba el juego requería de tiempo y esfuerzo, algo que también se ha ido perdiendo con los RPGs actuales (con notables excepciones, como el gran Baiten Kaitos de GC).
Los mapeados de Ys II siguen siendo escasos, pero colosales. De esos en los que hay que hacerse un croquis si no se quiere estar vagando eternamente por las galerías que componen las localizaciones maestras del juego. Especial mención merece el imponente Templo de Salomón, que hace las funciones de la torre del primer juego: campo de pruebas de resistencia para aventureros y laberinto que esconde la estancia donde se celebrará el combate decisivo.
Tras éste, los créditos finales llevan a la sensación de vacío momentáneo que solo podrá mitigarse con la tercera entrega, que ya he sacado de la estantería. Ys III volvería a sorprender a los jugadores nipones, pero por otros motivos bien diferentes: La vista aérea de las primeras entregas daba paso a planos con scroll lateral por los que se desplazaba Adol, que iniciaba así un nuevo viaje. Una vez más, todas las miras volvían a ponerse en una saga que alcanzaba la cúspide de los RPGs para PC y reclamaba su puesto en el pódium de los juegos de rol más célebres para consola durante el cambio de década.
Notas finales
-La maravillosa música de las primeras entregas de Ys caló tanto entre los jugadores nipones que no tardaron en salir varias recopilaciones de todos sus temas musicales, siendo una de las precursoras del boom de las BGMs de videojuegos.
-La historia narrada en Ys I y II se recopiló en forma de kanzenban (edición definitiva) para PS2, y quedó bautizada con el nombre de Eternal. Además de la evidente actualización gráfica (innecesaria), se dota de mayor dificultad a los combates contra final bosses, haciéndolos más propios de un danmaku shooter por el aumento y la aleatoriedad del número de proyectiles que éstos disparan. Respeta todas las líneas de diálogo del original. El opening animado, por cierto, es gloria bendita, y sirve para dar una idea de las magníficas composiciones musicales de los albores de Ys.
-La versión de PC Engine de Ys I y II sigue siendo la más valorada por los fans, junto con la original de PC 88, que lamentablemente carecía de voces, como la versión licenciada por Nintendo para su Famicom.
3 comentarios:
Maravilloso. Un pecado el que todavía no haya jugado a esta segunda parte. Las versiones de pc engine son las mejores.
No puedo dejar de recomendarle a todo el mundo este juego, es increíble... Adol3, ya verás por qué lo digo. Aprovecha que no te lo has pasado para rejugarte el primero si tienes tiempo, lo agradecerás :)
Es que tengo la pc engine duo guardada en el armario porque la tele que tengo no soporta NTSC,espero pillar pronto una tele o monitor y así sacar todas mis viejas glorias del armario.
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