Ahí está, con sus gafas de sol y aspecto chulesco, toda una celebridad sombría de la historia de los videojuegos: Hidemushi, el supuesto alter ego del director de Erika to Satoru no Yume boken (NES). Su existencia no fue conocida hasta 2007, año en que unos frikis japoneses consiguieron desbloquear el mensaje oculto que puede lograrse al completar la aventura.
Este mensaje final no es uno cualquiera. Se trata de un largo texto incendiario, lleno de comentarios hirientes a miembros del staff del juego, contra quienes Hidemushi descarga toda su ira por diversos motivos. Este mensaje ha sido uno de los secretos mejor guardados de los últimos 20 años, y está de actualidad porque desde hace escasos días lleva circulando por la red su versión traducida al inglés, la cual traslada muy bien el tono y contenido del original. Para muestra, un botón: "Kaoru Ogura, tú, p***, tú... Que huiste con un hombre y nos dejaste tirados a mitad de proyecto... No vengas a la oficina sin ducharte después de haber ******* seis veces la noche de antes".
07 septiembre, 2009
Unas palabritas de Hidemushi
04 septiembre, 2009
Pepsiman mola
Bajo la apariencia de kusogee maloliente se esconde uno de los juegos más divertidos de Playstation, basado en la mascota de Pepsi en Japón. Este superhéroe, por decir algo, protagonizó más de una decena de anuncios chorras a finales del siglo pasado. La mayoría de ellos siguen el mismo patrón: alguien se está muriendo de sed y Pepsiman acude corriendo, en coche o patinete a dar de beber Pepsi (en efecto) al sediento. La gracia de los anuncios está en los golpes que este personaje se lleva a la carrera, chocando con todo lo que se cruza en su camino. Esta cachonda campaña de promoción culminó en 1999 con el título de acción desarrollado por KID que, básicamente, podría catalogarse de anuncio largo. El mejor de todos.

Pepsiman está dividido en un total de 4 áreas subdivididas a su vez en 3 fases. En todas, sin excepción, hay que correr como locos recogiendo latas de Pepsi y llegar al final del recorrido antes que se agote la cuenta atrás. Se trata de una fórmula ya explotada en la saga Crash Bandicoot, con la diferencia de que este Pepsiman se parece más a una parodia que un juego. Pepsiman se va golpeando la cabeza en vigas, paredes y demás, soltando gritos de dolor muy graciosos, los cuales se quedan cortos si los comparamos con los atropellos que va sufriendo o los gags del final de cada área, que culminan con un vídeo en imagen real de un tipo obeso comiendo patatas fritas, pizza o lo que tenga a tiro mientras bebe litros y litros de Pepsi.
Pepsiman es muy jugable y adictivo, y para tratarse de un juego humilde y sin pretensión alguna tiene una considerable base de fans en Japón y en el extranjero. En su día se vendió muy barato y actualmente las copias de segunda mano cuestan más que su precio original, algo nada sorprendente, por otro lado.

El juego tiene solo dos puntos negativos. La banda sonora es irritante, ya que se compone de un único tema, la cuña de los anuncios de Pepsiman, que no deja de sonar durante las 12 fases que dura el juego y que taladra más que un operador de telemárketing. La escasa duración de Pepsiman da pie a su segunda lacra: la pasmosa dificultad de las fases finales.
Parpadear es morir. El número de obstáculos es tan grande que no hay más remedio que aprenderse el recorrido de memoria, como si del shmup más esquizofrénico de Cave se tratara. Algo lógico si tenemos en cuenta que este era el único truco que podían emplear los desarrolladores para alargar la vida de esta pequeña joya que, por otra parte, se presta muchísimo a ser rejugada. Diez años después de su lanzamiento, Pepsiman no ha perdido ni un ápice de qualité. En fin, me voy a por una Pepsi, que tanta publicidad no encubierta ha podido conmigo...
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