05 enero, 2010

Astal, ese pequeño titán



Hará cosa de un año, tras agenciarme un buen surtido de títulos de Saturn para ir matando el gusanillo retro, mi compañero de armas Kuremon (excelente conocedor del mercado del videojuego japonés y mejor persona) no tardó en darme una colleja por no haber incluido en mis compras el consagrado plataformas de Sega. Me entró la curiosidad y finalmente me hice con él gracias a las subastas virtuales. Hasta aquel día, había pasado casi medio año sin que llegara a a verlo jamás en tiendas.

Tuvo que pasar, sin embargo, otro medio año para que me decidiera a jugarlo. Ahora sí puedo darle la razón a los que lo consideran una gema oculta, aunque de oculta tiene bien poco: fue el caballo de batalla de Saturn en el campo de las 2D, perfecta para convertir en gurú del márketing trasnochado a más de uno de nosotros.




Mucho se ha escrito acerca de la superioridad de la consola de Sega con sus juegos bidimensionales. La verdad es que la máquina dio más de una alegría a sus usuarios con proyectos como este Astal, de una belleza arrobadora condensada en unos sprites grandes, de esos que ayudan a no perder vista. Lo cierto es que con maravillas como Panzer Dragoon RPG (Azel) Saturn dejó bien claro que con las 3D también sabía hacer su trabajo, por lo que tampoco vale la pena exacerbar las virtudes de este Astal en base a su planteamiento dimensional.

Se trata, ante todo, de un plataformas que se deja querer un montón. Astal es una obra muy bien cuidada, un referente dentro del género, que resultaría perfecta de no ser tan ridículamente corta y de contar con un estilo animado menos salchichero (las ilustraciones y la película inicial se las traen). Menos mal que hay cosas por ahí como los juegos de Zelda para el Cdi, que ponen el listón todavía más bajo y, comparativamente, eximen a Astal del ridículo más bochornoso.




En el aspecto jugable, Astal es una delicia, ya que incorpora retos que obligan al jugador a medir muy bien su tiempo de reacción ante determinados ataques de los enemigos o esquivando obstáculos. Además, cada jefe de final de capítulo se derrota de una manera diferente, nada obvia en determinados casos. Esto obliga a hacer combates de prueba que nos permitan encontrar el punto débil del rival. Para cuando se haya descubierto, es muy probable que no nos queden casi vidas y que pronto se nos haga regresar, inevitablemente, a la pantalla del título.

Así es Astal, un juego visualmente encantador, muy divertido y que se presta a ser rejugado muchas veces simplemente por la satisfacción que reporta ver en movimiento algo tan bien parido. El diseño de personajes chustero y ñoño no invita a darle una oportunidad, ciertamente, pero sabe recompensar a quien consigue librarse de sus prejuicios.

★★★★★★★★☆☆

1 comentario:

Adol3 dijo...

Si es que no tienes remedio,siempre dejando pasar los mejores juegos. :-P

Astal es una joya hecha de pequeñas joyas,fundamentalmente por que transcurre en un mundo de joyas :-D
Lo jugué en versión japa alla para cuando salió al mercado en un miserable cd grabado ya que durante un tiempo no fuí demasiado legal. Con el tiempo me hice con un original americano del cual creo que ya hablé en el rincón. Debo decir que la versión japa es mejor ya que incluye la intro y el final cantaditos que suenan bastante mejor que la USA.
Astal se ríe de la plei,sus virguerias gráficas lo demuestran pero donde deja en evidencia a la gris de sony es en el tema sonoro. Este juego fué el que me hizo darme cuenta del tremendo potencial sonoro del Yamaha FH1 con unas melodías de tirar patras y un sonido limpio que seguro supera los 44.1 Khz de frecuencia limitados por saturn. Pobres yankees,quedarse sin su SHINING WORLD original...

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