Lo tenía totalmente olvidado. Injustamente olvidado. Con la de buenos ratos que me hizo pasar, tanto en NES como en Game Boy, y lo había borrado miserablemente de mi mente. Pero entonces, un buen día, en un apartado rincón de la feria de arcades de Tokio, todos aquellos magníficos recuerdos volvieron a mí de repente al ver esto:
No, no me refiero a la moza. Ni al orejón ése que se ve en primer plano. Ahí estaba, delante de mí, Elevator Action, esta vez reconvertido a máquina de tiros. Con una pantalla que a veces quedaba escondida bajo las puertas reales de un ascensor, las cuales se cerraban cuando querías cambiar de piso huyendo de los enemigos. Con una cámara de vídeo superior por la que veíamos el interior del ascensor cuando estábamos en él. Con toda la magia y el resplandor de antaño, pero esta vez vivido de una manera diferente. La experiencia fue intensa.
Y la demostración disponible, dolorosamente corta. Elevator Action: Death Parade debutará próximamente en los recreativos nipones. En los Taito Station, presumiblemente. Y allí estaré yo para volver a jugarlo. Nada de segundas traiciones.
Qué ganas de retomar el original, por cierto...
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