19 julio, 2009

Ofrenda del día: una Playdia



La Playdia... En qué estaría pensando Bandai cuando la sacó al mercado en 1994... Y en qué estaría pensando yo cuando la compré. La oferta era irresistible y, como son más raras de ver que un programa de humor inteligente en la la tele japonesa, pues... acabó entrando en la saca.

El propio vendedor de la tienda en donde la encontré flipó cuando la puse delante suyo y saqué la billetera, en un claro gesto de que me la llevaba a casa. Tras poner los ojos como platos, dio inicio a la profunda conversación que a continuación reproduzco (las partes incluídas entre paréntesis corresponden a los pensamientos de cada uno):

Vendedor: Eh... Hola. (¿eso que lleva ahí este extranjero... No puede ser. ¿Me traicionan mis rasgados ojos?)

Chibimogu: Buenas.
Vendedor: Esta consola... es una Playdia, ¿sabe? (a ver si el muy cenutrio se piensa que es una Playstation 3 slim licenciada a Bandai.)
Chibimogu: Sí. (Macho, sé leer, lo pone bien grande en la caja.)
Vendedor: Pero... solo funciona con juegos de Playdia.
Chibimogu: Lo sé. (Vaya, qué cagada, espero que no se me pete la PC Engine porque esta no me valdrá de repuesto...) ¿Funciona, verdad?
Vendedor: Los Cds de música iban, pero no tenemos ningún juego de Playdia y no podemos garantizar que los ejecute.
Chibimogu: No pasa nada. (Total, para lo que voy a jugar con ella...)
Vendedor: ¿Está seguro? Es la... Playdia. (Madre mía, que va a comprarla de verdad...)
Chibimogu: Sí. (Gracias por preocuparte tanto, cariño.)

Y ya con ella bajo el brazo, y el vendedor todavía alucinando, me dirijo a casa. Al llegar, desempaqueto la consola para encontrarme esto:





Un cacharrete de colorines que parece una grabadora Playskool (TM), acompañada de una petaca mostruosa para conectarla a la corriente y un cable AV. Todo presentado de manera cutre, en un plastiquete color lejía digno del peor clon de la NES, que encima ni sujeta a la consola ni nada, ya que dentro de la caja la Playdia baila más que los dientes de mi abuela.

Tras comprobar el contenido, algo me alarmó... ¡el mando! ¿Dónde está el mando? Cuando empezaba a creer que ya me la habían metido doblada, compruebo que no es así, que en realidad el pad (por decir algo) está sujeto a la propia consola y que éste se extrae con muchísima facilidad,




dejando a la pobre Playdia mellada, pero al jugador con un ladrillito en sus manos que le va a permitir probar juegos sin necesidad de cables. ¿Bien, no? Y qué más... Ahora toca comprar pilas e ir cambiándolas regularmente, algo que particularmente odio. Que levante la mano a quien no le corte muchísimo el rollo tener que sustituir unas pilas gastadas a mitad de partida. Pero volvemos a lo antes: total, para lo que voy a jugar...

Me sumerjo en este pensamiento una y otra vez mientras repaso en internet la breve vida de la consola de Bandai. Sin ningún apoyo más que el de la propia compañía y sus licencias de anime, sumado al hándicap de encontrarse un target displicente (unos niños japoneses que de tontos no tenían ni un pelo), era lógico que el juguetillo estuviese abocado a una muerte prematura. El mercado no tuvo piedad de la Playdia, y cayó apenas dos años después de haber debutado y tras una bajada final de pantalones de la que solo fueron testigos los machotes asociales a quienes iban dirigidos sus últimos truñacos (juegos de idols).

La historia de la Playdia recuerda a la de un joven samurái de Kawagoe, que decidió unirse a las milicias locales para defenderla de los ataques imperialistas y que, al poco de estallar las revueltas en las calles de la vetusta ciudad, cayó herido de muerte. Su vida como guerrero fue fugaz y sus gestas más bien nulas, pero su valor le valió un pequeño monumento funerario.




En su tumba, a partir de ahora, también descansan las reliquias de otra gloria pasada que tuvo que verse doblegada ante rivales mejor preparados. El efímero samurái velará la triste figura de la Playdia, cuya utilidad como ofrenda supera con creces la que demostró tener como plataforma de videojuegos. Si alguien pasa por ahí y se la lleva, que Buda le pille confesado. Su alma está perdida.

7 comentarios:

Adol3 dijo...

Al menos tuvo el honor de tener un full motion video que dejaba en pañales al mega cd,y eso que solo tenia 8 bit. El dragón ball no está mal... de ver. Hace poco estuve a punto de pillarme una pero me algo me tiró patrás.Creo que acerté.

Chibimogu dijo...

Acertaste a medias, ya sabes que un trasto así siempre adorna cualquier "rincón" de forma peculiar, da bastante colorido ;)

El "Plan para eliminar a los saiyanos" es la risión, ya entraré en detalles algún día... Los vídeos, como dices, eran de una calidad VCD decente para lo que era la consola, pero incapaces de competir con máquinas más serias. Y los juegos, bueno, la mayoría eran más bien pelis interactivas, lo que convierte a la Playdia en el primo lejano del Cinexin.

Digipure dijo...

Hombre, para Bandai era un negocio redondo... los juegos eran sus mismas peliculas con alguna escena extra y no tenian que programarlos ni nada, solo "seleccionabas" escenas con los botones XD no eran asi los juegos de playdia??

Adol3 dijo...

Un truño,vamos. Oye,no la abandones por ahí,si me pagas bien podría adoptarla... XD

Chibimogu dijo...

Pensé en regalarla, no digo que no, pero es que no le deseo el mal a nadie, de verdad, vosotros os merecéis artilugios de calidad y no esto XD

La verdad es que ahora que lo dices, Digipure, tiene sentido hasta cierto punto el movimiento de Bandai, ellos querían vender la moto con un sistema de cd's que accediesen a los datos de manera fugaz si dejar transición entre peli y selección de escenas, pero oye... que podían haber aprovechado más y no limitarse a un mero reciclado de sus OVAS, vaya perracos.

Adol3 dijo...

Huy,descuida que hasta podría adoptarla sin cobrarte. Ya me la veo en un contenedor al lado de alguna saturn o xbox. Piensalo. XD

Adol3 dijo...

Yo creo que estas enganchado a playdia,pero no quieres admitirlo. :-P Yo podría curarte. Joe! Yo quiero una playdia! XD

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