Illusion City (Genei Toshi) fue, junto con Shadowrun, el título que me llevó a comprar un Mega CD (más concreto una Wondermega) sin pensármelo dos veces. Descubierto en las páginas del socorrido manual de juegos de rol nipones RPG Densetsu, Illusion city lo tenía todo para convertirse en uno de mis favoritos: aire ochentero, estética ciberpunk y esencia a rol de tablero, con sus cien mil estadísticas y el azar como elemento decisivo de los combates.
La obra de Micro Cabin era original del MSX Turbo y fue algo así como la traca final del ordenador personal, con unos gráficos que ni siquiera parecían propios de la máquina de lo resultones que eran. La única conversión a consola recayó en el primer sistema de cedés de Sega, manteniendo intacto el estilo gráfico, añadiendo si acaso alguna secuencia anime, tan en boga por aquella época (1991).
Los aficionados al rol futurista y mugriento tenían un trío de ases indiscutible para Mega CD: si a los arriba mentados le añadías el Snatcher de Kojima, tus sesiones de tecno-evasión garantizaban un nivel de calidad difícilmente alcanzable en otros sistemas.
Lástima que Illusion City peque de tedioso a la larga, pues este es prácticamente el único defecto que presenta. Su monotonía surge de los numerosos paseos que el grupo protagonista da por Neo Hong Kong, cumpliendo con encargos que, de cumplirse, garantizan el acceso a nuevas zonas.
Casi toda la trama gira en torno a una secta demoníaca / organización corrupta y sus planes de control sobre la floreciente ciudad, o al menos de eso iba la historia hasta el punto en el que dejé la partida. El nivel de dificultad estaba alcanzando unas cotas demasiado exigentes (algo muy loable), pero no podía invertir tanto tiempo en un juego que en determinado momento obliga a planificar cada combate. Para luchar con garantías, se precisa incluso calcular la munición que se pueda consumir en cada enfrentamiento. Y no vale con comprar material a espuertas: para empezar, ni siquiera se tiene dinero para ello.
La recompensa para quien lucha con tesón es, sin embargo, suculenta. Quien avanzaba en la historia puede ver escenas que profundizaban en la relación entre los personajes del juego, tanto buenos como malos, y cuando digo profundizar me refiero a que Illusion City no es parco en escenas de cama (y no estoy hablando de guerras de almohadas). Tales guarradas eran algo muy propio del mundo del PC, aspecto que no sufrió ningún tijeretazo con el traslado a consola. Un detalle que hace al juego más curioso si cabe.
Otra cosa que me sorpendió fue el nivel de violencia de ciertas escenas, que sin embargo, y como ocurre con las partes tórridas, quedan suavizadas por la perspectiva cenital del juego (que impide mostrar detalles morbosos). Por esta y muchas otras cosas más, Illusion City es un grande que merece ser recordado.
La de polémicas que se ahorró al quedarse en Japón... Eso sí, no me cabe la menor duda que, de haberse editado fuera, la obra de Micro Cabin se habría convertido en un título de culto.
3 comentarios:
Buenas, sólo quería decir que he descubierto hoy este blog y me parece brutal.
Gracias por el comentario TonyBoy, espero que lo que vayas encontrado por aquí siga siendo de tu agrado.
Te odio Chibimogu!!! Cuantas maravillas que me voy a perder por ese pequeño problema que tengo y que consiste simplemente en que NO ENTIENDO EL JAPO!!!!
Este lo tengo por aquí en una versión Verbatim... hihihi
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